Me gusta la Ciudad de México porque aturde de puro alucinante. Aquí lo hay todo: libros usados baratísimos, cantinas donde por el precio de una cerveza (un euro cincuenta) te puedes cenar todo el menú de botanas, cineclubs que pasan películas viejísimas (viva la Sala Fósforo), una extensa cartelera teatral. Soy una enamorada del centro; con sus millones de sonidos por segundo, millones de colores por metro cuadrado, millones de ocurrencias por cuadra. Lástima que lo estén vendiendo en pedacitos y que poco a poco empiece a parecerse al centro de cualquier ciudad de cualquier parte del planeta. Pero mientras tanto, nada como el DF.
Me gusta París porque es la ciudad más chic del mundo. Tan bonita, tan frívola, tan consumista y con tan buen gusto. Con esos crepúsculos tan largos en verano, el sol volviéndolo todo dorado, el cielo entre rosa y bermellón pálido. Me gusta porque se puede beber alcohol en la calle, porque puedes tirarte a orillas del sena en plena ciudad, encima de una toalla, a tomar sol en bikini y nadie te molesta.
Me gusta La Habana porque es una de la ciudades más vivas que conozco, porque a pesar de estarse cayendo a pedazos está llena de un encanto peculiarísimo y propio, porque está a orillas del mar y el mar es profundamente azul y hace calor húmedo y hay una brisa que te mantiene constantemente despeinada. Porque las mujeres son hermosísimas y parecen estar felices con sus cuerpos, porque los niños juegan béisbol por todas partes, en cualquier parte, y con lo que tengan a mano si no hay bate ni pelota. Me gusta porque se parece al Paris de Godard en los sesentas, porque una cajetilla de buen tabaco cuesta menos de un dólar y porque no hay macdonalds.
Me gusta Sevilla porque no hay nada tan luminoso como el sol andaluz, porque mi memoria genética se alborota a la vista de los olivos y de la arquitectura heredada de los moros. Me encanta que cualquier lugar sirva aceitunas en vez de cacahuates de botana, y sería la emoción de las vacaciones pero han sido las aceitunas más deliciosas que he probado. Y el jamón. Y todo es aceitoso y sabe a especias. Y la maravillosa costumbre de las tapas que te permite probar de todo y meter la mano en todos los platos. Y el mosto fresquesíto y la costumbre de la siesta y lo absurdo que resulta un alcalde socialista presidiendo un cortejo religioso. Es estupendo.
Y finalmente me gusta Lisboa porque el rio Tajo es azul, porque su catedral es hermosa y antigua y dentro se puede orar como Dios manda sin que haya un circo de turistas tomando fotos. Porque un viejo en una plaza le tiraba migas a las palomas y sonreia. Porque los cafés están llenos de pastelitos de nata y mil otras delicias tentadoras, porque en pleno centro la gente tiende su ropa en las ventanas, porque todo está lleno de azulejos, porque el portugués es como una canción, porque su estación de trenes también es antigua y se llama Santa Apolonia y eso me gusta. Lo único que necesitan todas estas ciudades para ser perfectas, es alguien con quien poder compartirlas.
Me gusta La Habana porque es una de la ciudades más vivas que conozco, porque a pesar de estarse cayendo a pedazos está llena de un encanto peculiarísimo y propio, porque está a orillas del mar y el mar es profundamente azul y hace calor húmedo y hay una brisa que te mantiene constantemente despeinada. Porque las mujeres son hermosísimas y parecen estar felices con sus cuerpos, porque los niños juegan béisbol por todas partes, en cualquier parte, y con lo que tengan a mano si no hay bate ni pelota. Me gusta porque se parece al Paris de Godard en los sesentas, porque una cajetilla de buen tabaco cuesta menos de un dólar y porque no hay macdonalds.
Me gusta Sevilla porque no hay nada tan luminoso como el sol andaluz, porque mi memoria genética se alborota a la vista de los olivos y de la arquitectura heredada de los moros. Me encanta que cualquier lugar sirva aceitunas en vez de cacahuates de botana, y sería la emoción de las vacaciones pero han sido las aceitunas más deliciosas que he probado. Y el jamón. Y todo es aceitoso y sabe a especias. Y la maravillosa costumbre de las tapas que te permite probar de todo y meter la mano en todos los platos. Y el mosto fresquesíto y la costumbre de la siesta y lo absurdo que resulta un alcalde socialista presidiendo un cortejo religioso. Es estupendo.
Y finalmente me gusta Lisboa porque el rio Tajo es azul, porque su catedral es hermosa y antigua y dentro se puede orar como Dios manda sin que haya un circo de turistas tomando fotos. Porque un viejo en una plaza le tiraba migas a las palomas y sonreia. Porque los cafés están llenos de pastelitos de nata y mil otras delicias tentadoras, porque en pleno centro la gente tiende su ropa en las ventanas, porque todo está lleno de azulejos, porque el portugués es como una canción, porque su estación de trenes también es antigua y se llama Santa Apolonia y eso me gusta. Lo único que necesitan todas estas ciudades para ser perfectas, es alguien con quien poder compartirlas.
Que razon tienes! Me ha parecido preciosa la descripcion que has hecho de todas y cada una de ellas.
ResponderEliminarBesos
un relato muy lindo de la singularidad de estas ciudades cosmopolitas y la necesidad de tener a alguien a lado para que cuando tus dedos señalen retratos haya alguien que se maraville con ellos y contigo...
ResponderEliminarSalvo Ciudad de México, que no la conozco, creo que has hecho una descripción perfecta de cada ciudad. Un post realmente bonito.
ResponderEliminarBesos.
Al contrario de Laratitapresumida, de las ciudades nombradas yo solamente conozco la de México. Es una descripción hermosa y justa. Efectivamente "aturde de puro alucinante". La frase me gusta mucho.
ResponderEliminarNo conozco ni Méxino ni la Habana pero desde luego no es por ganas y menos ahora.
ResponderEliminarMi corazón está en Berlin, esa ciudad me cautivó y no me ha soltado!!
Xris
;o)
Qué bonito!
ResponderEliminarY NY la conoces?
Pues yo te acompaño a donde quieras¡¡ Me han encantado tus palabras¡¡¡
ResponderEliminarBesitos
Vivi
Gracias a todos por sus comentarios, leerlos ha sido muy pero muy lindo para mi.
ResponderEliminarNo conozco Berlín pero es mi siguiente objetivo (esoy aprendiendo alemán y a la vez ahorrando para mi viaje "didáctico"). NY está también en mi lista, pero todavía no sé si antes o después de Buenos Aires.
¿Quién se atrevió a decir que el mundo es un pañuelo?
Besos.
¿Que opinas de la ciudad en la que habita la locura?, solo conozco una de la lista (el DF) pero mi corazón esta en la Ciduad de la Locura, cada uno tiene la suya, siempre tan cambiante como nosotros mismos, con cariño El Loco.
ResponderEliminarHola Loco.
ResponderEliminarPues no, el título de este post es una pregunta. Yo sigo sin saber dónde puedo dejar el corazón...