A principios de los noventas murió una de mis abuelitas, tenía más de 90 años (nació en 1900) y el cabello completamente blanco arreglado con peinetas.
Mi abuelita Lulú era una abuelita clásica. De niña solía acompañarla a comprar chocolates para abastecer los muchos dulceros que tenía en casa, siempre traía caramelos en el bolso, su casa estaba llena de objetos que me fascinaban y en el ropero guardaba recuerdos de infancia de mi papá: un álbum de estampas de aviones a medio completar, unos carritos tallados en madera.
Ella murió muy poco después que mi abuelo. Años atrás -muchos- habían celebrado sus bodas de oro y cuando ambos dejaron de estar con nosotros los objetos de su casa tuvieron muy diversos destinos. Yo logré poner mis adolescentes manos en algunos de esos objetos que tanta fascinación me habían causado desde siempre: una caja de música, un pesado frasco de perfume, unos pesadísimos aretes y una pequeña colección de revistas femeninas de cuando mi abuela tenía 28 años. Todo sigue conmigo.
Y como este es un blog de moda, me pareció pertinente compartirles un poco de esas revistas de -ahora diríamos- estilo de vida. Tienen una sección de moda y fotos de las estrellas de cine del momento, pero también tienen novelas por entregas, comerciales absurdos y artículos de interés para las mujeres modernas de los años 20.
Cultura: el Magazine por excelencia.
El índice, donde nos enteramos que hay una sección llamada "El significado de la vida", otra con preguntas y respuestas de la ciencia moderna, una página completa de chistes (que son simplonsísimos y malisísimos pero por lo mismo dan mucha ternura) y que lo de Arte y Poesía se cuece aparte.
Los comerciales. Estos son medio decentes, de medicina y de algún mejunje para mantener los cabellos en su lugar, pero hay otros con extrañas máquinas para darle forma a los labios y cosas así.
Las estrellas de cine eran actores de Hollywood, cómo no. Estamos hablando de Clara Bow, Pola Negri, Viola Richards, Joan Crawford. En cada foto se lee el nombre del actor y el estudio al que "pertenece". ¡Metro-Goldwyn Mayer aparece muchas veces!
Esta es una de mis secciones favoritas y viene a corresponder a nuestros actuales blogs de "estilo personal". Lectoras de todo México, señoritas en todos los casos, mandaban sus fotos de estudio y unas pocas afortunadas se imprimian en cada número bajo el título "Bellas lectoras de Cultura".
Los artículos son del todo geniales. El primero, previsiblemente, me encanta... empieza con una escena imaginaria en la que el hombre de negocios del futuro, sentado en su oficina de Nueva York, se comunica con el representante de su empresa en Persia, mediante telepatía porque quién iba a escribir un artículo en el que ese par se comunicasen por Skype. El segundo es atemporal, la autora sostiene que toda mujer puede ser bella si se conoce y abraza su unicidad. Esas cosas tan bonitas que uno nunca aprende a hacer de sólo leerlas, pero que estaría súper bueno que si. Y el último, bueno, es elocuente por si mismo.
De esas revistas me gusta que son feministas sin hacer alharaca innecesaria. Hay un artículo sobre el maquillaje que dice que, si a tu marido o novio no les parece bien que te pintes los labios, no les hagas caso ¡ya se acostumbrarán!
La sección de modas no es especialmente extensa, son sólo dos páginas en cada número y siempre se trata de ilustraciones acompañadas de la frase "París dice..."
Lo más abundante en la revista son las novelas por entregas, las cuales están acompañadas además por las mejores ilustraciones. Esta de "La Ambición de Tina" (la historia de una mujer que no quería nada menos que un millón) empieza con
Tina se ajustó los labios; cubrió su nariz y barba con exactamente la cantidad debida de polvo, retorció su cuerpo joven hasta que su vestido de seda negra -$18.50 en alguna tienda humilde y pequeña y $65.00 en la Quinta Avenida- la cubrió con líneas impecables...
Tina tiene veintiún años y no está dispuesta a vivir la vida de su madre: viviendo con un hombre cincuenta años en un departamentito y sin poder recordar porqué se casó con ese hombre. Tina está dispuesta a casarse sin amor, siempre y cuando haya dinero de por medio. Ya no recuerdo en qué acaba esa novela o tan siquiera si acaba, porque como todas son por entregas, de algunas no tengo el principio y de otras no tengo el final. No todas son novelas rosas, hay algunas de aventuras con lobos y Siberia o con trenes y disparos de fusil.
Esas eran las lecturas de veinteañera de mi abuela Lulú y fueron también lecturas mias en la adolescencia. Se imprimieron hace 83 años. Como podrán imaginarse, soy una enamorada del papel porque nada, ninguna descarga para iPad se puede quedar ahí esperando que venga una jovencita que bendiga su suerte mientras se lleva los objetos preciados de la abuela.