Nunca había tenido ganas / necesidad de tramitarme una visa para ir a los Estados Unidos. Hasta hace como tres semanas.
Quizá sepan que estuve participando en la primera etapa de It's My Time, de Benetton (aún seguiré, pero eso se los cuento después). Cuando recibí la invitación al proyecto, pensé que sería benéfico para mi y para mi blog, y lo es. Lo que nunca pensé, es que la gente de Benetton me invitaría a Nueva York con todos los gastos pagados.
Así, un día abro el Gmail y tengo un correo de Benetton latinoamérica invitándome a cubrir, como blogger, la sesión fotográfica de otoño/invierno de la marca, con Josh Ollins atrás de la cámara y los 20 ganadores de It's My Time posando adelante. Con permiso para fisgonear tras bambalinas y todo. Un sueño, pues.
Mi primera reacción fue escribir una respuesta para agradecer y de paso declinar, porque no tengo visa gringa. Pero para renunciar a algo así necesitaba un poco de valor y al menos dos tazas de café, mismas que me bebí mientras me enteraba de qué pasaba en Twitter y abría, como todas las mañanas, el Gtalk.
Y entonces mis amigos me convencieron de que debía intentarlo. Que no dijera que no, sino que tramitara la fregada visa tan rápido como fuera posible. Y eso hice. Agendé en internet una cita con los gringos, avisé a la gente de Benetton mi falta de visa, ellos compraron y me enviaron el boleto de avión para que pudiera mostrarlo en mi entrevista.
Por supuesto, cerca de semana santa es temporada alta en la embajada y no tenían citas antes del 10 de abril (yo me iría el 15), así que agendé mi cita en Guadalajara, a ocho horas de distancia de mi casa.
La cita fue ayer.
Y básicamente ahí acaba la historia. Fui entrevistada por una agente consular güerita, cuarentona o que parecía cuarentona, pasada de peso sin ser gorda, que no sonreía y no me miraba a los ojos. Durante el largo rato que estuve sentada en la sala de espera, observando agentes consulares, vi que los había más sonrientes y más preguntones. Incluso había una que felicitaba a la gente cuando les aprobaba la visa y les daba las gracias y les decía que eran muy amables cuando no.
Y a mi me tocó la señora de Oklahoma o Idaho, con cara de odiar su trabajo, que lo primero que preguntó fue ¿A dónde va usted?. A Nueva York, respondí. ¿A qué parte de Nueva York? Esa si que no me la esperaba. ¿Cómo que a qué parte? Si alguien me dijera que va a venir a la Ciudad de México, jamás le preguntaría a qué parte ¿a la Zona Rosa, acaso? ¿a Santa María la Ribera? En fin. A Manhattan, dije. ¿Porqué a Manhattan? WTF con la señora de Nebraska. Pues porque ahí está el hotel donde me alojan los de Benetton... pero claro, eso resulta ser una larga historia: tengo un blog, me invitaron a ir, etcétera.
¿A qué se dedica usted? Esa si me la esperaba. Aunque después de lo anterior pensé que doña Arizona no sabía lo que era un blog. O si sabía y no creía en los cuentos de hadas. Pero no me dedico a bloggear (aunque si)... así que respondí: trabajo en -inserte aquí oficina gubernamental- desde hace dos años. A ver sus papeles. Le paso mis recibos de nómina del trabajo y los ignora olímpicamente. No. La carta invitación. ¡Ja! la "carta invitación" es un email impreso en una hoja de papel bond y el boleto de avión es un boleto electrónico impreso en otra hoja. Luego pensé ¿debí haber fabricado una "carta invitación"? Joder. No conozco la cara de casi nadie del equipo de It's My Time. Todos los tratos con Benetton se han amarrado y desamarrado por imeil. No tengo un "boleto" sino un número de confirmación que me cambiarían por un pase de abordar el día de mi viaje. Un imeil me parece a mi, bloguera tercermundista, tan válido o tan inútil como la carta invitación que pude haber fabricado imprimiento el texto del imeil en una hoja membretada. Será que los agentes consulares del país de la libertad y la revolución digital ignoran estas minucias, me pregunto.
La güera de un pueblo perdido del medio oeste gringo, teclea y teclea en su computadora. Ella me está juzgando desde que me paré frente a su ventanilla. Tengo derecho a hacer lo mismo. El corazón me late muy fuerte, he dicho absolutamente toda la verdad y me siento un poco arrepentida de ello. Debí haber dicho que voy de vacaciones a Nueva York porque siempre he querido hacer el tour de Sex & The City. Usted vive en la ciudad de México ¿porqué vino hasta acá para su entrevista? Porque si me voy es el 15 de abril, en la ciudad de México tardan más que aquí para dar citas y no hubiese tenido la visa a tiempo.
Su visa no fue aprobada. Es todo. Y me pasa un papel que dice que no logré demostrar que tengo suficientes vínculos que me obligarán a regresar a mi lugar de residencia legal después de viajar a los Estados Unidos. Y es, realmente, todo.
Durante toda mi vida, escribir ha sido el primer movimiento para soltar las cosas, por eso me permito echar aquí este texto mucho más largo y mucho más personal que lo habitual. Ayer estaba muy triste porque alguien decidió que no puedo tomar ese regalo que me había caído encima. Yo hice lo mejor que pude, viaje a otra ciudad, gasté una parte importante de mi salario, me sometí al análisis por parte de un sistema al que no respeto, tenía un solo tiro y no funcionó.
No soy de fácil consuelo. Mi tolerancia a la frustación es baja y por no creer, no creo en casi nada. Sin embargo alguien ya me recordó algo que yo dije hace tiempo: no tengo el blog para conseguir cosas gratis, lo que yo quiero es que me paguen por escribir. E incluso añadió: unos gringos tontos pueden decir que no a un mini sueño, pero no pueden decir que no al sueño mayor, nadie puede.
Y con eso me quedo.
Gracias a @bere_jh que me recordó las cosas que importan, a @Guapologa porque sin ella ni siquiera lo hubiese intentado, a @angelbc porque me escuchó en cada etapa del numerito, a @janibga @Aldonautico @kariestrada @petitececile @jopeana @Doublecloth @Shopaholicpr @jose_airam @Daniela_Valdez @chaira_fashion @valsolar y @tazy que me dieron muchos abrazos tuiteros y mucho cariño, a Kristel, Kelda, Paola, Roberto y Pande que me echaron porras en Facebook, a Daniel por compartir el entusiasmo, a Papá que estuvo todo el día atento en twitter y gtalk, a Mamá que me mandó un mensajito consolador al cel que no me llevé, a mis hermanos que seguro a esta hora ya saben el chisme y a Alberto que me compró pizza para cenar y escuchó y escuchará mis quejas hasta que todo esto se me pase. Gracias de verdad.
Quizá sepan que estuve participando en la primera etapa de It's My Time, de Benetton (aún seguiré, pero eso se los cuento después). Cuando recibí la invitación al proyecto, pensé que sería benéfico para mi y para mi blog, y lo es. Lo que nunca pensé, es que la gente de Benetton me invitaría a Nueva York con todos los gastos pagados.
Así, un día abro el Gmail y tengo un correo de Benetton latinoamérica invitándome a cubrir, como blogger, la sesión fotográfica de otoño/invierno de la marca, con Josh Ollins atrás de la cámara y los 20 ganadores de It's My Time posando adelante. Con permiso para fisgonear tras bambalinas y todo. Un sueño, pues.
Mi primera reacción fue escribir una respuesta para agradecer y de paso declinar, porque no tengo visa gringa. Pero para renunciar a algo así necesitaba un poco de valor y al menos dos tazas de café, mismas que me bebí mientras me enteraba de qué pasaba en Twitter y abría, como todas las mañanas, el Gtalk.
Y entonces mis amigos me convencieron de que debía intentarlo. Que no dijera que no, sino que tramitara la fregada visa tan rápido como fuera posible. Y eso hice. Agendé en internet una cita con los gringos, avisé a la gente de Benetton mi falta de visa, ellos compraron y me enviaron el boleto de avión para que pudiera mostrarlo en mi entrevista.
Por supuesto, cerca de semana santa es temporada alta en la embajada y no tenían citas antes del 10 de abril (yo me iría el 15), así que agendé mi cita en Guadalajara, a ocho horas de distancia de mi casa.
La cita fue ayer.
Y básicamente ahí acaba la historia. Fui entrevistada por una agente consular güerita, cuarentona o que parecía cuarentona, pasada de peso sin ser gorda, que no sonreía y no me miraba a los ojos. Durante el largo rato que estuve sentada en la sala de espera, observando agentes consulares, vi que los había más sonrientes y más preguntones. Incluso había una que felicitaba a la gente cuando les aprobaba la visa y les daba las gracias y les decía que eran muy amables cuando no.
Y a mi me tocó la señora de Oklahoma o Idaho, con cara de odiar su trabajo, que lo primero que preguntó fue ¿A dónde va usted?. A Nueva York, respondí. ¿A qué parte de Nueva York? Esa si que no me la esperaba. ¿Cómo que a qué parte? Si alguien me dijera que va a venir a la Ciudad de México, jamás le preguntaría a qué parte ¿a la Zona Rosa, acaso? ¿a Santa María la Ribera? En fin. A Manhattan, dije. ¿Porqué a Manhattan? WTF con la señora de Nebraska. Pues porque ahí está el hotel donde me alojan los de Benetton... pero claro, eso resulta ser una larga historia: tengo un blog, me invitaron a ir, etcétera.
¿A qué se dedica usted? Esa si me la esperaba. Aunque después de lo anterior pensé que doña Arizona no sabía lo que era un blog. O si sabía y no creía en los cuentos de hadas. Pero no me dedico a bloggear (aunque si)... así que respondí: trabajo en -inserte aquí oficina gubernamental- desde hace dos años. A ver sus papeles. Le paso mis recibos de nómina del trabajo y los ignora olímpicamente. No. La carta invitación. ¡Ja! la "carta invitación" es un email impreso en una hoja de papel bond y el boleto de avión es un boleto electrónico impreso en otra hoja. Luego pensé ¿debí haber fabricado una "carta invitación"? Joder. No conozco la cara de casi nadie del equipo de It's My Time. Todos los tratos con Benetton se han amarrado y desamarrado por imeil. No tengo un "boleto" sino un número de confirmación que me cambiarían por un pase de abordar el día de mi viaje. Un imeil me parece a mi, bloguera tercermundista, tan válido o tan inútil como la carta invitación que pude haber fabricado imprimiento el texto del imeil en una hoja membretada. Será que los agentes consulares del país de la libertad y la revolución digital ignoran estas minucias, me pregunto.
La güera de un pueblo perdido del medio oeste gringo, teclea y teclea en su computadora. Ella me está juzgando desde que me paré frente a su ventanilla. Tengo derecho a hacer lo mismo. El corazón me late muy fuerte, he dicho absolutamente toda la verdad y me siento un poco arrepentida de ello. Debí haber dicho que voy de vacaciones a Nueva York porque siempre he querido hacer el tour de Sex & The City. Usted vive en la ciudad de México ¿porqué vino hasta acá para su entrevista? Porque si me voy es el 15 de abril, en la ciudad de México tardan más que aquí para dar citas y no hubiese tenido la visa a tiempo.
Su visa no fue aprobada. Es todo. Y me pasa un papel que dice que no logré demostrar que tengo suficientes vínculos que me obligarán a regresar a mi lugar de residencia legal después de viajar a los Estados Unidos. Y es, realmente, todo.
Durante toda mi vida, escribir ha sido el primer movimiento para soltar las cosas, por eso me permito echar aquí este texto mucho más largo y mucho más personal que lo habitual. Ayer estaba muy triste porque alguien decidió que no puedo tomar ese regalo que me había caído encima. Yo hice lo mejor que pude, viaje a otra ciudad, gasté una parte importante de mi salario, me sometí al análisis por parte de un sistema al que no respeto, tenía un solo tiro y no funcionó.
No soy de fácil consuelo. Mi tolerancia a la frustación es baja y por no creer, no creo en casi nada. Sin embargo alguien ya me recordó algo que yo dije hace tiempo: no tengo el blog para conseguir cosas gratis, lo que yo quiero es que me paguen por escribir. E incluso añadió: unos gringos tontos pueden decir que no a un mini sueño, pero no pueden decir que no al sueño mayor, nadie puede.
Y con eso me quedo.
Gracias a @bere_jh que me recordó las cosas que importan, a @Guapologa porque sin ella ni siquiera lo hubiese intentado, a @angelbc porque me escuchó en cada etapa del numerito, a @janibga @Aldonautico @kariestrada @petitececile @jopeana @Doublecloth @Shopaholicpr @jose_airam @Daniela_Valdez @chaira_fashion @valsolar y @tazy que me dieron muchos abrazos tuiteros y mucho cariño, a Kristel, Kelda, Paola, Roberto y Pande que me echaron porras en Facebook, a Daniel por compartir el entusiasmo, a Papá que estuvo todo el día atento en twitter y gtalk, a Mamá que me mandó un mensajito consolador al cel que no me llevé, a mis hermanos que seguro a esta hora ya saben el chisme y a Alberto que me compró pizza para cenar y escuchó y escuchará mis quejas hasta que todo esto se me pase. Gracias de verdad.