De Kickstarter a México: calzado híbrido Crosskix

Últimamente me he convertido en una talibana de la comodidad. En general nunca he sido muy de la filosofía de que hay que sufrir para verse bien pero, vamos, a veces es difícil resistirse a unos bonitos tacones.

Con el tiempo he aprendido que lo bonito (o lo interesante) y lo cómodo no tienen porqué estar peleados. Tengo unos Tribute de YSL altísimos que definitivamente no son para caminar largas distancias pero con los que puedo estar horas y horas en una fiesta y jamás cortan la piel o sacan ampollas... Vaya, ni siquiera cansan el empeine. Tengo dos pares de botas Dr Martens con las que puedo andar todo el día si tengo una jornada llena de cosas qué hacer fuera de casa. Estoy feliz de que estén de moda los tenis (blancos o de colores) y las Birkenstock. 


Con el tiempo, les digo, he depurado mis elecciones de calzado al punto de que ahora tengo muchos menos pares que antes pero los que tengo me gustan mucho más. Hoy día no quiero tener pares que no me pongo; estoy tratando de que los clásicos "son preciosos pero me matan" ya no ocupen espacio en mi clóset. Y es justo eso lo que me deja espacio para experimentar, que fue lo que decidí hacer cuando recibí estos Crosskix.

Si te parecen "raros" es porque lo son. Es decir: son poco habituales. Se trata de un calzado híbrido, súper ligero y suave que puedes mojar y sirve hasta para correr maratones. Yo no corro maratones pero si soy mucho de caminar y como acabo de ir a la playa, los usé para recorrer kilómetros sobre la arena, sin exagerar. No pesan nada, se ajustan al pie gracias a su cinta de velcro, son flexibles y permiten que la piel respire. Pasaron la prueba talibana de la comodidad, pues.


Los míos son rosas porque como dicen mis amigos, llevo una Elle Woods por dentro, pero hay de colores más sobrios (y más encendidos) porque hay para mujer, hombre y niños. Puedes echarles un ojito en su página oficial o directamente comprarlos en Facebook. También puedes seguirlos en sus redes sociales: @crosskixmx en Twitter o Instagram.

Las fotos de este post fueron tomadas en mi hotel favorito de todo el mundo: Casa Pan de Miel, en Mazunte, Oaxaca. El post correspondiente está publicado en Los Tocinantes.




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Por sus zapatos los conoceréis.

Mentiría si dijera lo contrario: juzgo a las personas en base a sus elecciones de ropa, calzado y accesorios. Puede sonar muy incongruente especialmente después de mi post anterior pero déjenme explicarles.

Más que "juzgar" tal vez me refiero a que pongo a las personas en una u otra categoría dependiendo de lo que vistan. Las acomodo, no las censuro. Muy poquitas cosas me parecen mal (una de ellas es la piratería pero casi nada más). Si la moda es un medio de expresión, y estoy convencida de que lo es, lo que traes puesto te describe, así seas o no conciente de ello. 

Luego entonces, es divertido observar a la gente y lo que trae puesto. En la feria del calzado de León, SAPICA, Héctor y yo estuvimos contándonos historias sobre los dueños de estos pares de zapatos. 


No les voy a decir qué historias nos contamos, creo que basta con compartirles las imágenes. Así ustedes se pueden contar sus propias historias.


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Lo que Joan Rivers nos dejó.

(Esto no es un obituario. Joan Rivers murió hace más de una semana y eso en tiempos de internet es tanto como una era geológica, sin embargo estoy queriendo escribir este post desde entonces y no se me va ir).


Nunca fui demasiado fan de Joan Rivers y en los últimos días descubrí con asombro cuántas pasiones levantaba. Cómo sus fans la amaban y cuántos de mis contactos la detestaban. Y es hasta ahora que entendí algo importante. 

Yo la conocía únicamente como host de Fashion Police y me parecía hilarante. Muy malvada, pero hilarante. Y no sabía como justificar la existencia de ese programa porque en los últimos años no respeto mucho los juicios de Do y Don't y porque me parecía ridículo tener a Kelly Osbourne juzgando el estilo de nadie pero aún así me parecía un gran programa porque con cada frase de Joan no podía dejar de reir.

El sentido del humor de Joan Rivers era como el de los gueyes de Top Gear. Honestamente, me reí muchísimo con aquel episodio del Mastretta. Era ofensivo -muy ofensivo- pero absolutamente gracioso. ¿Cómo te carcajeas mientras alguien está diciendo que tu comida de todos los días es vómito con queso? Pues así.

Lo que entendí apenas, es que Joan Rivers era comediante, no era crítico de moda. Esas son (du'h) dos profesiones bien distintas. Suzy Menkes es crítico. Cathy Horyn es crítico. Joan es comediante y lo fue toda su vida. Lo suyo era la burla y no sólo hacia las celebridades sino también hacia sí misma, en el más puro espíritu de la comedia de stand up, y era increíblemente buena en lo que hacía.

El problema es que sus imitadores se hacen llamar "críticos" a sí mismos. Existe toda una escuela de supuesta crítica de moda que tomó lo peor de Fashion Police: el "juicio". Desde programas de televisión hasta blogs grandes y blogs minúsculos pasando por revistas especializadas o no. Un alguien se pone en una tribuna y desde ahí juzga con mayor o menor conocimiento o supuesta autoridad lo que otras personas eligen para vestirse y ¿saben qué? Eso apesta. Apesta porque eso ha vuelto tremendamente aburridas las alfombras rojas actuales en las que las celebridades temen el juicio popular, apesta porque vestir bonito y saber de moda son dos cosas que pueden o no ir juntas, apesta porque la moda no son matemáticas y no se puede aplicar un criterio unívoco a las elecciones de vestir de la gente. 

La comedia tiene sus propias reglas y los bufones medievales, también llamados locos, tienen permiso colectivo para decir lo que sea pero hace falta talento y una inmensa capacidad de ridiculizarse a sí mismo. La crítica de moda es otra cosa y poco tiene que ver con declarar si fulanita "acertó" o no al ponerse determinado vestido. Joan Rivers era pues, comediante, y era muy buena en lo que hacía. Es una pena que todos sus malos imitadores a) no sean ni de broma tan buenos como ella b) piensen o hagan pensar que hacen crítica y no comedia. 

Descanse en paz, Joan Rivers. Y gracias por las carcajadas.

Por cierto, si les interesa hay un documental sobre ella en Netflix. Se llama A Piece of Work y es precisamente de antes de Fashion Police.



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Lo que aprendí con el #Beretón

Hace poco más de una semana mi amiga Bere corrió su primer maratón (ella misma te lo cuenta aquí) y en algún momento me pareció simpático ir a verla pasar y echarle porras. Al parecer las porras son toda una institución de los maratones y si veo porqué. No es un mal paseo dominical.

En la porra de Bere éramos cuatro personas igual de inexpertas en el tema así que cometimos algunos errores de principiante... a cambio de eso, gané este post.

¿Saben cuándo le dicen a alguien "me alegro por ti" pero en realidad te da lo mismo? Cuando deberías alegrarte por otra persona pero simplemente no lo sientes -ya ni digamos cuando en realidad en el fondo te da envidia y no alegría. Eso si está gacho-. Vimos a Bere en el kilómetro 25, llevaba apenas poco más de la mitad de distancia recorrida y se veía muy, muy cansada. Yo pensé que no iba a terminar el maratón. Cuando supe que había llegado a la meta me alegré por ella. Mucho. Yo no corrí nada, no tengo nada que ver con su éxito y sus logros y aún así me alegré mucho de que mi amiga haya conseguido correr su primer maratón. "Me alegro por ti" se vuelve entonces una frase llena de significado y un sentimiento de lo más bonito.

 Foto por Héctor

Lo otro que aprendí en el #Beretón es que no puedes llevar dos naranjas partidas esperando que tu corredor tomará, al paso, cuanto quiera y dejará el resto. ¡No! Abrí el tupper con esas dos naranjas y una horda de corredores se avalanzó sobre ellas desapareciéndolas en dos segundos. La siguiente vez que vaya a echar porras a un maratón llevaré muchas más naranjas.

Creo que cualquier persona, si quiere, puede correr un maratón. Pero no te levantas un día y dices "ja, hoy voy a correr 42,195 metros, con permiso". A Bere le tomó dos años desde que corría kilómetro y medio (cuando la conocí en 2009 ni siquiera disfrutaba especialmente caminar). Primero la idea del maratón tomó forma y luego se puso a entrenar para lograrlo. Lo más importante que he aprendido al verla es que todos podemos hacer cualquier cosa que queramos pero dependiendo de qué tan difícil sea de conseguir esa cosa, será la cantidad de trabajo que habrá que invertir. Trabajo y tiempo, porque a pesar de lo que digan algunos, ni los limones -ni las naranjas- caen del cielo.

Gracias por invitarnos a las porras, Bere. Ha sido tremendamente inspirador.




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