Ciegos sin fronteras

Por lo general me niego a llenar esa parte de mi perfil en la que se pide que anote mis libros favoritos. Tendría que especificar en qué momento de mi vida un libro era de mis favoritos y cuando dejó de serlo. Evidentemente, hay algunos escritores a los que aprecio más que a otros, y entre los que más me gustan está el viejo José Saramago. Y entre los muchos libros que me gustan de él, su Ensayo sobre la Ceguera me gusta mucho.

Luego zas me entero que alguien agarró la novela esa y la hizo película. Hum. Me empieza a dar comezón. No te prejuicies chica, me digo, y decido esperar a que esté en el cine para ir a ver qué tal.

En lo que llega el momento, topo con la noticia de que la Federación Nacional de Ciegos de Estados Unidos intenta boicotear el estreno de Blindness (Ceguera) porque supuestamente "la película representa a los invidentes como monstruos (...) nos muestra como incapaces de hacer cualquier cosa, incluso como adictos y criminales".

Sonamos, me digo.

Una de dos: los ciegos de esa federación son unos fundamentalistas o el director de la cinta es tan pero tan malo que eso fue lo que logró con su adaptación. De lo que estoy segura, es de que aquí hay alguien que no entendió nada.

A ver: la anécdota va de un montón de gente (¿todo el mundo?) que de golpe y porrazo, se quedan ciegos. Y en pocos dias eso es un quilombo. Si de alguien está hablando mal el Saramago, no es de los ciegos, si no de toda la humanidad en su conjunto. A ver quien va a ser el valiente que se ofenda porque el portugués afirma que somos en potencia, todos nosotros, unos reverendos hijos de mala madre. Y que aún así, con todo y la miserable naturaleza humana que puede volver nazi al más apacible de tus vecinos, siempre hay espacio para la solidaridad, el amor y la belleza.

Insisto: no he visto la pelicula, pero si Fernando Meirelles logra dar la impresión de que el problema es ser ciego y no que el problema es ser egoista, mezquino y criminal, Blindness es simplemente mala. Si no es así y alguien lo vió así, entonces estamos ante un caso severo de suceptibilidad idiota. Y baso estas afirmaciones en el absoluto convencimiento de que la novela es una crítica descarnadísima de nosotros mismos a la vez que un optimista canto de esperanza (atención al pasaje donde se hace una alegoría de la aparición de la propiedad privada).

Por cierto, las primeras líneas del Ensayo sobre la Ceguera son terriblemente visuales:

Se iluminó el disco amarillo. De los coches que se acercaban, dos aceleraron antes de que se encendiera la señal roja. En el indicador de paso de peatones apareció la silueta del hombre verde. La gente empezó a cruzar la calle pisando las franjas blancas pintadas en la capa negra del asfalto...

Dicen por ahí que la peli no vale la pena. A mis los primeros minutos me dan ganas de verla. Ya les estaré contando.