Alexander McQueen y su travesía a la eternidad

Siempre hay mucho romance, tristeza y alegría en la vida
y él sabe como aplicarla a sus colecciones.
Isabella Blow.

(imagen de Garance Doré)

Despertar un día y darte cuenta de que un genio se ha ido antes de tiempo.

Decadencia, enfermedad, religión, fanatismo, subversión, misterio, agresividad, violencia, erotismo, fetichismo, belleza y miseria son siempre palabras que están escritas en las pasarelas de McQueen. SrQ.


Sus mujeres eran las brujas de Salem o eran reinas enlutadas, llevando el luto real, que es blanco. Sus mujeres eran moribundas bailarinas agotadas hasta los límites de sus fuerzas o eran entes sexuados y absolutamente llenos de poder. Sus mujeres sobrevivían desnudas, encerradas en una caja llena de crisálidas o quizá tenían la cabeza llena de mariposas de colores brillantes.


Uso cosas que la gente prefiere mantener escondidas en algun lugar de su mente. Guerra, religión, sexo: cosas que todos pensamos pero jamás traemos a la luz... mas yo lo hago y les obligo a mirarlas. Alexander McQueen.

Su mundo era de fuego nieve viento y tormentas, noches de terror y de belleza inagotable como la inagotable y misteriosa profundidad del mar.


(Aquí es cuando confieso que yo sólo soy una recién llegada, que todo lo que sé de moda lo he ido aprendiendo en el proceso de escribir este blog). Hace verdaderamente muy poco que supe de Alexander McQueen y al principio no entendí nada, sobre todo porque ésta fue para mi la primera imagen:


Pero entonces puse atención y descubrí su trabajo. Más allá de la perfección técnica de su quehacer en el diseño y la confección de ropa, quedé fascinada por sus puestas en escena. Por razones evidentes soy una persona interesada en las artes escénicas y considero a McQueen uno de los maestros contemporáneos de la escena. Si lo necesitaba, convertía a sus modelos en actrices o bailarinas o temerarias equilibristas y lograba que cada show fuera un mundo aparte creado especialmente alrededor de los monstruos y las hadas en su cabeza.


Un día miré en video la milagrosa aparición de Kate Moss y lloré de la emoción. Otro día, tiempo después, me conmoví (una vez más, hasta las lágrimas) con aquel desfile de los bailarines que desfallecen extenuados.


Cuando fui consciente de su genio, me volví alguien que esperaba su siguiente colección y la puesta en escena. Esperé la de primavera/verano 2010: la Atlántida de Platón y esas máquinas ominosas que lo observan todo y se observan a si mismas y a esas mujeres-serpiente, repetidas hasta el infinito, emergidas del mar y de las pesadillas del genio. Y entonces supe que esperaría cada uno de los siguientes desfiles. Hasta ayer.

Porque ya no habrá un siguiente. He perdido definitivamente y para siempre un tesoro magnífico que justo acabo de encontrar.

Cada desfile era una sorpresa y ya no habra más de su sexo y su furia.

(¿alguien se suicida porque quiere dejar de vivir en una casa llena de monstruos?)


Alber Elbaz dice: si no se puede comer no es comida y si no sirve para vestir no es ropa. A pesar de las magnificentes puestas en escena, cada pieza de Alexander McQueen está pensada para ser usada y aquí (dónde más si no) es donde la verdad de que la moda es arte se vuelve una verdad indiscutible.

*

Descanse en paz, finalmente, Lee Alexander McQueen.