porque, en fin, todos somos los mismos

Cuando hacía teatro solía coleccionar imágenes que algún día pudieran ser detonadoras de un impulso exacto, que transmitieran una idea o una sensación certera la cual yo no podría traducir en palabras.

Pesqué esa costumbre cuando todavía estaba en la escuela. Con el tiempo he descubierto que no recolecto imágenes para una obra que quizá un día pondré en escena (como pensaba entonces), sino al revés: cuando una obra se me ha clavado muy hondo, empiezo a verla en todos lados.

Así me pasó con la fotografía en la que dos policias israelíes se llevan a un niño palestino de unos doce años. El niño tiene un gesto aterrado y los pantalones mojados desde la entrepierna hasta las rodillas. Esa imagen la recorté del periódico y la guardé pensando que así tuvo que ser el gesto de Astianacte cuando los Aqueos se lo llevan, ante la mirada de su madre Andrómaca, para matarlo lanzándolo desde una torre.

Perdónenme la violencia repentina, no se me olvida que este es un blog de moda y ustedes entran aquí y normalmente encuentran tatuajes Chanel, pero apelo a su condición de lectores de novelas o espectadores de cine o fans de Alexander McQueen. El arte muchas veces habla de lo más tenebroso de la naturaleza humana...

Como siempre, demasiados párrafos para llegar a donde quería, es decir mi nueva adquisición para recodarme que desde la antigüedad clásica hasta ahora, hemos cambiado bien poquito.

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Una mujer que es todas las mujeres del mundo. Que es todas las Penélope de la historia, esperando amorosa el regreso de Ulises. Su gesto de cepillarse el cabello es tan cotidiano que no reviste ninguna importancia, y a la vez es tan antiguo como la primera narración en la que una mujer esperó paciente e ilusionada la vuelta de su compañero. Hay quienes creen que todas las amantes son altas y esbeltas y de bonitos rostros, pero la vida no es una película de Hollywood aunque a veces las historias tengan final feliz.

***

Toda esa colección de imágenes del rescate de los mineros de San José, aquí. Hay fotos muy emotivas, con lágrimas y sonrisas enormes y abrazos. Sin embargo a mi me atrapó el gesto de vanidad de Lilianett. En ese gesto está contenida la razón de cualquiera de nuestros blogs de moda. Sé que sólo por eso me perdonarán el desvarío.

11 comentarios

  1. Me ha gustado mucho esta entrada, yo también hacía teatro, he estado seis años y ahora con la universidad lo he dejado un poco apartado...

    Un saludo! :)
    Buen finde.

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  2. ¡hola!
    me ha encantado tu entrada!!!!
    es genial!
    besitos
    R*

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  3. Las mejores fotos siempre estarán en ese sitio, por cierto, que bonito post, hasta me dan ganas de decir "Awww" pero no.

    Saludos! (n_n)

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  4. La vi cuando la pusiste en tuiter y me conmovió. Hoy la hago de mis favoritas.

    El pelo, ese accesorio tan personal!

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  5. Qué conmovedor, qué bonita lectura la tuya

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  6. Todos los días abro este blog y lo leo (o releo muchas veces)aunque no comente. Con escritos como los más recientes lo disfrutaré mucho más: artes visuales, artes escénicas, literatura ...

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  7. Tenemos la suerte de poder plasmar realidades en imagen.Todos podemos ver una fotografía, pero muy pocos podemos sentirla, me parece que tú eres una de esas personas que intentan entender lo que ven y que no pase desapercebido, enhorabuena por el post, muy profunfo ;) Besazos

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  8. el amor es eterno, mas alla de lo que se ve

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  9. hola!

    Muy buena referencia y comnetario de los mineros chilenos...saluditos!!!
    pd mi foto favorita es la del chico que dibujo a su padre en la capsula.
    GMA*

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