hombres y mujeres en pijama

Para tuitear en directo el Fashion Fest de Liverpool, Samsung me facilitó una tableta de 7 pulgadas que pude conservar después. La llegada de la tableta ha hecho muy feliz a mi amado novio, quién afirma que, para lo único que sirve el adminículo en cuestión,  es para leer historietas.

Así pues, en cuanto @angelbc nos informó cómo transferir archivos de una mac a un chunche con android, Héctor llenó la tableta con novelas gráficas y tiras cómicas de todo el mundo. Dónde las encuentra, sepa dios, pero tampoco me siento muy sorprendida por la afición de alguien que tiene tres cajas llenas de historietas en todos los idiomas de Europa. Mi chico pertenece a la primera generación de adolescentes eternos y yo estoy muy dispuesta a disfrutar las ventajas de ello.

Como dice Arturo Pérez-Reverte: todo lector sabe que todos los libros del mundo tratan sobre él (sobre cada lector, no sobre Pérez-Reverte). Las historietas que estoy descubriendo gracias a Héctor son estupendos trabajos de ficción y hay al menos un par -hasta el momento- con las que es profundamente sencillo identificarse. Quizá sea que sus autores tienen mi misma edad o que de plano todos los libros del mundo hablan de mi pero de pronto me encontré con mi vida ilustrada. Mi vida, narrada con tal precisión que no puedo menos que carcajear ante mi propio absurdo.

Eso me pasa con las Memorias de un hombre en pijama del español Paco Roca. El protagonista es un cuarentón freelancero que por fin ha conseguido su sueño infantil: quedarse todo el día en casa sin quitarse la pijama. Hoy leí las siguientes páginas que describen, con una claridad meridiana, mi relación con el trabajo.

Ya les contaré más de las historietas que leo. Me estoy reenamorando de esta manera de narrar.