Uno - Imposibles.
En unos días es mi primer Día de las Madres como mamá. Cualquiera ha escuchado que un hijo te cambia la vida. Sin embargo para mi esa era una frase vacía. Muchas cosas te cambian la vida: dejar la casa paterna para ir a la universidad a otra ciudad también te la cambia. Hacer este blog me cambió la vida. Por otro lado, nada me preparó mentalmente para la magnitud del cambio que significa tener una hija... no sólo la manera de vivir, cambia incluso lo más íntimo de los pensamientos, las perspectivas sobre algunas cosas se vuelven radicalmente distintas. Yo no hubiera podido saberlo cuando me lo contaban, tenía que vivirlo para entenderlo.
Dos - Ser tú y ser otra.
Con
mi hija vino el mayor cambio de prioridades de mi vida adulta. Ahora
soy una mamá y no me refiero a que soy más sabia o a que tengo las
respuestas a todo o a que sé dónde están todas las cosas cuando Héctor
pregunta por ellas (aunque eso si lo sé). Simplemente me
importan cosas que antes no hubiera pensado, a veces tan sencillas y prácticas como elegir
restoranes donde quepa la carreola. Y con todo, sigo siendo yo, la misma
que he aprendido a amar a lo largo de 36 años. A veces bromeo sobre el
nuevo tamaño de mi escote: pasé toda la vida encariñándome con la forma
de mi cuerpo y ahora me da flojera empezar otra vez. La diferencia es
que ahora sé como se hace.
Cuando el pediatra de mi hija leyó en el post sobre mi parto
que esa noche fue una de las 3 más memorables de mi vida me preguntó
cuáles eran las otras dos. Le dije una de ellas y entonces me dijo algo
sobre tener días felices como mamá pero también como pareja y como
profesional. A esa yo que sigue siendo la misma le siguen gustando las mismas cosas que antes.
Tres - Atesorar el tiempo.
Cuando
mi hija estaba recién nacida, me sentí enfrentada como nunca al paso
del tiempo. Pensar en verla crecer me hizo imaginar la vida que venía.
Una vida completa -la de ella- y las nuestras, de Héctor y mía, ahora unidas para siempre a la de nuestra hija. Y pensar en eso también me hizo tomar
conciencia de lo que significa haber vivido hasta ahora y me hizo pensar en la vida de mis papás, desde que eran niños. Pensé tanto en la eternidad como en la fugacidad, en nuestro tiempo que es al mismo tiempo enorme y breve.
Cuatro - El amor.
Así como nada me preparó para la magnitud del cambio de vida, tampoco tenía idea de cómo es sentir este amor maternal. Enorme. He sido alguien con buena fortuna y he amado y sido amada por muchas personas a lo largo de mi vida y aún así estaba por conocer un tipo de amor diferente a todos los demás: no mejor, sólo diferente. El amor que siento por mi hija es intenso, físico, profundo y aún me maravilla como crece con los días. Loco amor.
Cinco - Compartir.
Obviamente no estoy sola en este viaje. Héctor, por poner sólo un ejemplo, le ha tomado cualquier cantidad de fotos a nuestra hija y para este Día de las Madres quisimos hacer algo que pudiéramos mostrar. Tímidamente, puede ser, porque aún no estamos listos para compartir más. Y a la vez queremos compartir con ustedes porque de ustedes hemos recibido mucho.
Buscando inspiración para las imágenes decidimos usar como pretexto esta colección de Swarovski cuyos colores provienen de un jardín encantado (digamos que son mi lista de regalos para mi primer Día de las Madres *guiño*). Salimos pues a aprovechar la luz de la tarde en un día especial y a disfrutarnos los unos a los otros. Eso les deseo este 10 de Mayo, que disfruten con sus hijos y disfruten a sus mamás siempre que puedan. El tiempo es breve.
¡Qué bonito todo! Desde las fotos, las palabras y el sentimiento ❤️
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