cuando me siento orgullosa de ser humano

Soy de las que se emociona cuando los atletas rompen récords. Las historias de Mallory y el capitán Scott me hacen soñar. Los bailarines que dan saltos imposibles me conmueven hasta las lágrimas. Como a la mayoría, me gusta ver las estrellas y siento un difuso desasosiego cuando pienso en edades astronómicas. Así como Auschwitz me hace sentir que como especie no lo lograremos, las hazañas de los hombres me dan una sensación de grandeza de la que, extrañamente, formo parte.

Y como el personaje de Daniel Brühl en Adiós a Lenin y millones de otros niños normales, alguna vez quise ser astronauta. O cosmonauta, porque en mi casa los chingones eran los soviéticos.

A pesar de todo, de la guerra fría y la batalla espacial y todo, no puedo dejar de pensar en lo que habrá significado ser un niño en 1969 y ver en directo la llegada del hombre a la luna (del hombre, porque no estábamos jodidos con la equidad de género en el lenguaje y la mojigatería de lo políticamente correcto).

Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad. Y entonces el segundo astronauta descendió de la nave y fue grabado en video. El segundo se llama Buzz Aldrin.

Al año siguiente, el Apolo 13 sufrió un desperfecto en su camino hacia la superficie lunar. Houston, hemos tenido un problema y a continuación los dias de angustia de la tripulación, del equipo en tierra, de las esposas que esperaban la vuelta de los viajeros. El experimentado comandante Jim Lovell sólo pudo mirar la luna muy de cerca y concentrarse en salvarse y salvar a sus hombres.


Habrían de pasar muchos años, hasta 1983, para que una mujer nacida de este lado del atlántico viajara al espacio. Se trató de Sally Ride, tenista y astrofísica apenas precedida por dos mujeres soviéticas (aunque veinte años antes). Sally formó parte de la tripulación del Challenger convirtiéndose en la primera mujer norteamericana en salir del planeta tierra, aunque su objetivo no era ser la primera, sino "estar en el espacio lo más pronto que pueda".


Por supuesto, los afortunados y los héroes también envejecen. Y sueñan y recuerdan. He ahí la poesía de esta foto.

Algunos viajes cambian a la humanidad para siempre.

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Campaña de la casa Louis Vouitton para el bolso Ícaro.
Video aquí (¡no te lo pierdas!). Detrás de las cámaras aquí.
Lo ví primero en La Ratita Presumida.

La ciencia me emociona tanto como el arte, sólo que la entiendo menos.