No los voy a engañar, no soy especialista y no sé qué significan los signos de los tiempos en este caso. Sin embargo, hasta el más neófito aficionado puede darse cuenta cuán inestables están las cosas en París durante esta semana de la moda.
París se cae a pedazos, con algunos de los más grandes diseñadores fuera de sus respectivas casas, muertos literal o simbólicamente: McQueen, Lacroix y Galliano (porque Dior era su casa). Valentino retiradísimo y sus sucesores dando tumbos -afirmándose, ciertamente, pero a trompicones-. Queda Lagerfeld como último bastión de la vieja guardia. Me dirán que quedan Gaultier, Elbaz, Tisci, Ghesquière y les diré que tienen razón, que no se han ido ni los únicos ni los más importantes pero después me arrepentiré...
Perdimos a McQueen definitivamente y para siempre, antes de tiempo. Sarah Burton hace buen trabajo al frente de la casa pero no es el genio enorme que era su antecesor. Lacroix anda por ahí diseñando monedas o abrigos low-cost en España y no sabemos si Galliano, a quien pensábamos eterno en Dior igual que pensamos a Lagerfeld, va a salir al final del túnel en el que se halla metido.
Sigamos haciendo cuentas. La editora de una de las principales cabeceras de Vogue, Carine Roitfeld, está fuera. El asunto es que está fuera en medio de rumores de despido y presuntamente ni siquiera se habla con su sucesora, antes colaboradora y amiga. Uno de los diseñadores que había estado en la cima del mundo durante las temporadas recientes, aunque últimamente ya rodaba francamente cuesta abajo -me refiero a Christophe Decarnin- no estuvo presente en el desfile de la última colección de Balmain y los rumores dicen que ni siquiera estuvo involucrado en el desarrollo de la colección, en vez, está recluido en un hospital siquiátrico.
¿Qué pasa en París? El calendario de pret-â-portèr todavía esta muy nutrido, a diferencia del de Haute Couture que año tras año se reduce, pero de pronto yo me pregunto si la capital del mundo de la moda se está trasladando a otro país.
Todo tiene sus ciclos y sus etapas y quizá nos acercamos a uno de esos cambios grandes dentro del mundo de la moda. París lleva mucho tiempo siendo el centro de todo, el lugar donde se hace el arte (mientras en Milán se hacen los negocios y en Londres se pueden permitir ser los chicos rebeldes). París como el sitio hacia el que todos miran. Y me pregunto si es Nueva York quién ahora está disputando ese sitio. Todavía no por la belleza y espectacularidad de las colecciones presentadas -si no lo pienso demasiado, sólo viene a mi mente Marc Jacobs- pero si por los eventos al principio aislados que empiezan a convertirse en tendencia.
La de Nueva York fue la primera semana de la moda que se lanzó de cabeza al internet. Si bien Alexander McQueen fue un pionero en ese tema, tanto que el experimento salió técnicamente mal y el stream se cayó al no aguantar la cantidad de visitantes que recibió, ahora es en Nueva York dónde más desfiles son transmitidos en tiempo real para cualquiera que disponga de una conexión a la red. Si bien todos recordamos a Bryan Boy y otros bloggers en la primera fila de Dolce&Gabanna en Milán, es en Nueva York donde los bloggers no se concentran a la salida de los desfiles para tomar fotos de streetstyle, sino que organizan foros, eventos paralelos, son patrocinados por marcas como Tumblr y ya no vemos los reportajes sólo de los blogstars invitados a primera fila, sino también los de muchos otros más, de éxito más modesto y creciente profesionalización.
Si algo tiene la cultura norteamericana es un marcado culto a la celebridades. Raramente veíamos una actriz en la portada de la Vogue francesa, mientras que protagonistas de series de televisión aparecen con frecuencia en la Vogue de Anna Wintour. Ese culto a la celebridad llegó a poner en un pésimo lugar a una casa francesa de abolengo, a saber: Ungaro y su derrapón con Lindsay Lohan. Ese culto a la celebridad es el mecanismo que lleva a Lady Gaga, que apenas levanta metro y medio del piso, a desfilar junto a modelos consagradas en otra casa francesa: Thierry Mugler.
Así que internet, culto a la celebridad y por último, la propuesta de diseñadores como Gareth Pugh o Hussein Chalayan quienes postulan que los desfiles a la manera tradicional deberían ser sustituidos por videos (material para internet en donde los haya) que tanto muestran las prendas como son arte en si mismos. Todo esto junto nos pone frente a algo que no había sucedido jamás en el mundo de la moda y si sumamos a la vieja guardia en franca retirada, es evidente que el cambio no será una sutileza.
Todo tiene sus ciclos y sus etapas y quizá nos acercamos a uno de esos cambios grandes dentro del mundo de la moda. París lleva mucho tiempo siendo el centro de todo, el lugar donde se hace el arte (mientras en Milán se hacen los negocios y en Londres se pueden permitir ser los chicos rebeldes). París como el sitio hacia el que todos miran. Y me pregunto si es Nueva York quién ahora está disputando ese sitio. Todavía no por la belleza y espectacularidad de las colecciones presentadas -si no lo pienso demasiado, sólo viene a mi mente Marc Jacobs- pero si por los eventos al principio aislados que empiezan a convertirse en tendencia.
La de Nueva York fue la primera semana de la moda que se lanzó de cabeza al internet. Si bien Alexander McQueen fue un pionero en ese tema, tanto que el experimento salió técnicamente mal y el stream se cayó al no aguantar la cantidad de visitantes que recibió, ahora es en Nueva York dónde más desfiles son transmitidos en tiempo real para cualquiera que disponga de una conexión a la red. Si bien todos recordamos a Bryan Boy y otros bloggers en la primera fila de Dolce&Gabanna en Milán, es en Nueva York donde los bloggers no se concentran a la salida de los desfiles para tomar fotos de streetstyle, sino que organizan foros, eventos paralelos, son patrocinados por marcas como Tumblr y ya no vemos los reportajes sólo de los blogstars invitados a primera fila, sino también los de muchos otros más, de éxito más modesto y creciente profesionalización.
Si algo tiene la cultura norteamericana es un marcado culto a la celebridades. Raramente veíamos una actriz en la portada de la Vogue francesa, mientras que protagonistas de series de televisión aparecen con frecuencia en la Vogue de Anna Wintour. Ese culto a la celebridad llegó a poner en un pésimo lugar a una casa francesa de abolengo, a saber: Ungaro y su derrapón con Lindsay Lohan. Ese culto a la celebridad es el mecanismo que lleva a Lady Gaga, que apenas levanta metro y medio del piso, a desfilar junto a modelos consagradas en otra casa francesa: Thierry Mugler.
Así que internet, culto a la celebridad y por último, la propuesta de diseñadores como Gareth Pugh o Hussein Chalayan quienes postulan que los desfiles a la manera tradicional deberían ser sustituidos por videos (material para internet en donde los haya) que tanto muestran las prendas como son arte en si mismos. Todo esto junto nos pone frente a algo que no había sucedido jamás en el mundo de la moda y si sumamos a la vieja guardia en franca retirada, es evidente que el cambio no será una sutileza.
Y yo lo dije, es tiempo de renovarse, Paris seguirá siendo la cuna de la moda, del estilo y del glamour, de los sueños y ahora también de las pesadillas. Creo que todos sabíamos que las cosas iban a cambiar, pero no esperábamos que pasaran todas las cosas juntas y como dicen por ahí "de golpe". Gaultier ha dejado a Hermès, Helbers a Louis Vuitton (que si bien no están los ojos de los editores en él, el hecho de que se fuera es signo de que algo estuvo mal). Ahora Domenico y Stefano eliminan su línea juvenil D&G para hacer un conjunto con su línea hermana. Pero ¿sabes? Yo no veo esto como una tragedia, es una transición y no todo puede ser malo en esta vida, habrá que adaptarnos, por que aunque muchos somos solo espectadores de lo que es la gran industria de la moda, nos afecta día a día, y a lo mejor podría estar exagerando, pero creo que más exageran los que creen que viene el fin del mundo. Vienen cosas buenas, yo así lo siento.
ResponderEliminarSaludos!
Da un poco de miedo pensar que las cosas dejan de ser como las conocimos, pero estamos en tiempos de cambios y más vale asumirlo y dirigirlo por el buen camino...
ResponderEliminarBesos :)
Conforme leía tu reflexión me fui acordando de las distintas eras históricas en Europa con las respectivas caídas de los imperios poderosísimos: Bizancio, Roma -varias veces-, ahora le toca a París vivir una nueva revolución.
ResponderEliminarEs la ciudad eterna, pero por eternidad se entiende, también, movimiento y cambio. Coincido con Juan: vienen cosas buenas para la moda parisina
No sé si les he contado antes pero el cambio me aterra un poco. Yo sé que es una conducta muy humana y me agrada al final de todo pero no lo puedo evitar.
ResponderEliminarAl final de cuentas estamos presenciando que acaba la era más reciente que ya sale en libros de historia de la moda. Ya vemos 1997 con nostalgia, cuando hace no mucho era como el ayer. Esta temporada es muy complicada en París, como bien dices, porque en NY todo está viento en popa y Milán se ha apesadumbrado desde hace un par de temporadas. Al final veremos nuevas estrellas en el horizonte pero no puedo evitar sentir una mezcla de miedo, emoción, curiosidad y felicidad al mismo tiempo.
Excelente entrada, Boti.
Besos miles.
viendolo por el lado bueno, es más sencillo ir a NY que a Paris... Habrá que esperar a ver como se desarrolla todo esto y al final sabremos que tan 'buena' resultó esta transición.
ResponderEliminarTe invito a que visites mi nuevo tumblr...
http://mxmodels.tumblr.com/
Pienso que definitivamente París seguirá siendo tan cuna de moda como desde el principio, New York puede contar con toda la tecnología y celebrities, pero, las colecciones y espectaculos de Paris nunca las podrá superar, en París, moda es arte, en NY es practicidad, bueno no sé, pienso
ResponderEliminarpor cierto, me redireccioné a tu post de McQueen y no sé por que no lo había visto, hermoso, recordé desde la primera colección que conocí de él que fue SS 2005, una de mis favoritas por cierto, Long Live McQueen
ay perdón se me sale lo fans
y como que D&G desaparece, si apenas vuelve a sus raíces mas juveniles y buena onda, snif u_u
Por supuesto que paris es y seguira siendo sinónimo de moda, la experiencia y la calidad no se igualan. N.Y. tamb es bueno y auqnue tenga paso adelante en tecnología jamás igualara el arte.
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