10 años después de Devil Wears Prada.

Aunque en México se estrenó hasta septiembre, esta semana toda la fashionósfera celebra el décimo aniversario de Devil Wears Prada, uno de los varios factores que contibuyó a que -aproximadamente hace diez años ya- la moda se pusiera de moda. 

A estas alturas, ya lo sabemos todo sobre la cinta. Sabemos de memoria el discurso sobre el azul cerúleo y una docena de frases de los protagonistas, sabemos que la oficina de Anna Wintour sí estaba decorada como la de Miranda y sabemos que su manera de hablar está inspirada en Clint Eastwood. Sabemos que Andy consiguió el trabajo por el que un millón de chicas matarían... y luego renunció a él. 




Casi diez años después, Anne Hathaway volvió a conseguir el trabajo por que el un millón de chicas matarían y no tiene nada que ver con trabajar para una de las personas más respetadas en su propio campo. Es más, precisamente tiene que ver con no trabajar para nadie. 

Tal vez te suene menos el nombre de Jules Ostin y no te sepas de memoria ni una sola de las frases de The Intern. Y aunque esta otra película no ha supuesto el hito cultural que supuso Devil Wears Prada, no deja de ser interesante que sea la misma actriz quien encarne, de nuevo, a la joven mujer exitosa que tiene el trabajo que todos quieren.

10 años después, solo quienes están pasadas de moda siguen soñando con tener un jefe, un horario de oficina y la obligación de contribuir a la marca de otros. Todo el mundo quiere ser su propia marca, de ahí que las editoras de moda hayan dejado de estar detrás de cámaras y se hayan colocado delante de la cámara de su smartphone. Es más rentable tener un blog exitoso que ser una empleada de nivel medio en una publicación especializada. Es más prestigioso, inclusive. 

La mujer en The Intern no es la jovencita que representa Andy Sachs. Es una mujer que ya creció, que tiene familia, un hijo y una casa en lugar de un depita. Ya no es una veinteañera que brinda con sus amigos "por trabajos que paguen la renta". Es reconfortante trazar esa línea porque puedes confiar en que a ti también te va a pasar (es muy posible que te pase). Pero los sueños colectivos cambian. Todavía queremos "las botas Chanel" pero diez años después tenemos diferentes ideas de cómo conseguirlas. 




Jules Ostin "inventa" el trabajo de sus sueños. O si no lo inventa, lo fabrica, lo materializa para ella a partir de lo que otros inventaron. En la vida real, sería la historia de Net-a-Porter o Nasty Gal, la de alguien que vió el potencial de un espacio vacío, tuvo una idea y la llevó a cabo. Paralelamente, la cinta trata los problemas que trae consigo tratar de organizarse la vida de maneras que supongan algo distinto al esquema preestablecido. Algo tan simple como "¿quién se queda con los niños?" resulta que no es para nada simple. Tan solo tener un trabajo que te de la posibilidad de preguntar si alguien se queda con los niños -en vez de obligatoriamente enviarlos a la guardería a los tres meses- ya lo vuelve un trabajo "por el que un millón de chicas mataría". 

10 años después, Devil Wears Prada sigue siendo -por supuesto- una de mis películas favoritas, pero ya no es mi fábula laboral/cuento de hadas favorito. Para bien o para mal, el mundo y nosotras mismas hemos cambiado.




2 comentarios

  1. ¡Que bonitos post Boti! :D
    Me antojaste ver ambas películas de nuevo. En verdad que esos 10 años no pasaron en vano, y concuerdo que ahora Jules Ostin me motiva más que Andy Sachs. ¡Ya basta de trabajos que paguen la renta y de vivir el sueño de alguien más!

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  2. Hola Boti! Tu blog está genial y el trabajo que haces es impresionante.
    Permíteme compartir contigo y tus lectores una revista de moda transgresora que llama Bogadia y uno de los artículos que escribí para la misma. Ojalá sea de tu agrado.

    https://www.bogadia.com/moda/hecho-mexico-8-disenadores-rompen-los-esquemas

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