porqué desconfío de la gente que odia el futbol

O más bien, de la gente que odia el futbol e insiste en tratar de aguarle la fiesta a quienes si nos gusta.

Como saben, soy una defendedora de todo tipo de frivolidades. O sea, tengo un blog de moda, qué les voy a contar.

Pero vamos por el principio. Para mi el futbol está fuertemente ligado a un sentimiento de comunidad. Cuando estudiaba agronomía, en mi salón había 40 hombres y 6 chicas o algo así, y como teníamos unos horarios súper apretados, hacíamos todo juntos: comíamos, parrandeábamos, estudiábamos y por supuesto veíamos futbol. Cuando Francia '98, estábamos de viaje de estudios y vimos el partido México - Holanda en un parador de carretera y estuvimos tristes y después eufóricos cuando en el tiempo agregado el matador metió el gol del empate y México clasificó a la siguiente ronda. Un momento en la vida: en la pantalla Luis Hernández corriendo por la cancha con los brazos abiertos y en el parador, junto a la carretera en sabe dios qué punto de la república, mis amigos y yo, gritando emocionados.

Desde entonces, cada que hay mundial veo los partidos en compañía. Y las compañías van cambiando y de ese modo los mundiales son como pequeños marcadores en mi vida. ¿Donde estaba y qué hacía hace cuatro años?

Por eso no entiendo a la gente que odia el futbol y peor aún, se empeña en que todos lo sepan. Aunque el caso más extremo, tan visible en twitter, es el de aquellos que tratan de alguna manera de hacer sentir mal a los futboleros. Igual nosotros ya sabemos que el país no mejora si la selección mexicana le mete dos goles a la francesa. Pero si ese hogar que es la memoria está hecho de momentos, dos o tres partidos de futbol han contribuido más que dignamente a su construcción. Y no hay nada que alguien pueda hacer para arruinar eso.